La discutida elección en la ANFP ha dejado una lección que será difícil de olvidar. En ella un grupo de asociados eligió como presidente a uno de los suyos. Hasta ahí todo normal. Lo extraño es que al público, sus clientes, no le ha gustado esta elección por las consecuencias que trae: la salida de Bielsa, un seleccionador querido y admirado.
El gran conflicto que vino a continuación tiene ribetes muy interesantes. Por una parte está el público, los hinchas, los jugadores, los columnistas y gran parte del periodismo especializado, que no pueden entender cómo Chile es capaz de farrearse un proceso virtuoso que trascendió el ámbito del fútbol para instalarse como un modelo de comportamiento ético, profesional y social. Por otro, un grupo de dirigentes que se ampara en su derecho a elegir a quien ellos quieran, aunque su decisión sea impopular.
Por lo visto, aunque ganen y se instalen en el directorio de la ANFP, los dirigentes tienen mucho que perder, porque en el nuevo Chile que parece estar naciendo la legitimidad no la dan sólo las leyes, los reglamentos y los derechos, la última legitimidad la entrega la comunidad y sin ese permiso, todo se complica.
El Presidente Piñera captó a tiempo lo que se le venía encima y paró la central de Barrancones, un proyecto que, teniendo toda la legitimidad de las leyes, no tenía la del público. Ese acto político inédito terminó por consagrar el poder de la gente. Se trata de un poder espontáneo, no canalizado por partidos políticos ni ONG, reunido por un imperativo ético que pone el bien común sobre los intereses y derechos individuales y se auto-convoca en las redes sociales y en el cara a cara.
Las personas no están dispuestas a callar, aunque las leyes favorezcan la postura del que está emprendiendo una iniciativa que sienten que los perjudica. Raro en Chile, nuevo para un país extremadamente legalista. Antes, si la ley lo decía, había que acatarla. Hoy el sentido común es que si la ley permite que se construya la central junto a un parque natural, entonces se cambia la ley.
Estamos pasando de tener una democracia representativa -con los representantes muy desacreditados- a una democracia participativa donde el público, la clientela, el consumidor, el ciudadano quieren tomar el poder en sus manos para que ningún intermediario distorsione su voluntad. Claro mensaje para todo proyecto industrial, minero, forestal, eléctrico: no sólo mires las leyes y reglamentos, no sólo establezcas relaciones con la autoridad. Mira también el sentido común y las expectativas de tus vecinos, los ciudadanos de Chile. Tus proyectos no son sólo ingeniería, tecnología, estudios de impacto ambiental y recursos financieros; también son proyectos sociales que impactan a la comunidad, aunque sea sólo de manera simbólica. Si la comunidad y la opinión pública no te legitiman, habrá problemas. No basta con que tu proyecto aporte para el desarrollo, con que sea imprescindible e inyecte miles de millones de dólares. Ahora formas parte de una comunidad empoderada a la que tienes que considerar y aportar mucho más que empleo y camisetas de fútbol para el deportivo local.
Ya no estás solo. En este nuevo país siempre alguien te mira.
EUGENIO GARCÍA
Fuente: El Quinto Poder